Fiestas de Lucía

Alrededor del 13 de diciembre el Instituto organiza cada año la fiesta de Lucía para socios y amigos. Es la tradición sueca que tiene más fuerza dentro de los socios y además presenta gran interés para el público uruguayo. En todas las fiestas se disfruta del desfile de Lucía con los trajes típicos, velas, canciones suecas y comida sueca.

La Lucía, 13 de diciembre.
El origen de la Lucía puede retrotraerse tanto a la santa mártir, que murió en Sicilia en el 304, como a la Lucía que fue la primera mujer de Adán. Esta tenía vínculos con el diablo, y sus hijos se convirtieron en los seres invisibles subterráneos. El nombre de Lucía puede relacionarse asimismo con lux (luz, en latín) y con Lucifer (el diablo). Resulta, pues, difícil aclarar con exactitud el origen de la Lucía, que representa una costumbre resultante de una mezcla de tradiciones.
En el antiguo calendario, la noche de Santa Lucía era la más larga del año. Era una noche peligrosa, en la que se mostraban activos seres sobrenaturales y en la que todos los animales podían hablar. Después de aquella larga noche, había que darle una ración extra de pienso por la mañana. También las personas necesitaban una alimentación extraordinara, por lo que, aquel día, se debían tomar de siete a nueve sólidos desayunos. El hecho de festejar con tanta abundancia tenía que ver con el comienzo del ayuno navideño por Santa Lucía.
Por Santa Lucía, la matanza y la trilla debían estar terminadas, y los hórreos debían estar llenos de cara a la Navidad. Por eso en la sociedad agraria, los jóvenes pasaban disfrazados de diablos y cantaban canciones típicas del día, al tiempo que mendigaban comida y aguardiente por la noche.
La lucía vestida de blanco hizo su aparición por primera vez en el entorno de casas solariegas de la Suecia occidental, en 1764. Sin embargo, no fue hasta ya entrado el siglo XX cuando tal costumbre se popularizó, en especial por medio de las escuelas y otras asociaciones populares. La antigua celebración con los jóvenes disfrazados de diablos perdió su importancia con la migración de la gente a las ciudades, donde la Lucía con túnica blanca y su séquito de damas de honor y "niños estrella" que entonaban canciones fueron considerados como una celebración más presentable y controlada que las bromas desenfadadas de los jóvenes. En 1927 fue elegida la primera Lucía de Estocolmo. La costumbre de que la Lucía vaya sirviendo café y bollos data de la década de 1880, aunque los bollos de Lucía se retrotraen a tiempos muy anteriores.